lunes, 14 de noviembre de 2016

UNA DE LAS MAS BELLAS LECTURAS

En la soledad de tus noches
charlas a solas con la luna
que no siempre se deja ver
pero ahí está
escondida tras las nubes,
siempre está contigo.
Le temes al amanecer
porque la luna se esconde
pero así sale el sol cada mañana,
esa es su condena,
cuando la luna sale
el sol se entra
y viceversa.




En la soledad de tus noches
recuerda siempre que no soy lo que escribo
soy lo que tu sentiste al leerme
aquella noche que abriste el libro de mis poemas
y dejaste discurrir el tiempo
a través de las líneas de mis sentimientos,
que caminaste por los versos de mi piel
y que página a página
encontraste razones de sobra
para que disfrutáramos juntos 
de una de las más bellas lecturas.

sábado, 5 de noviembre de 2016

EL VIEJO ROBLE




Aquella tarde visitamos a nuestro amigo, aquel anciano árbol que en verano dio sombra a nuestros besos, ese viejo roble que ahora se desnuda de sus hojas caducas para dejarnos una alfombra por donde pasear nuestro amor perenne. Siempre estuvo ahí presenciando idas y venidas, soportando ráfagas de viento que hacían temblar sus ramas, pero supo aguantar en silencio agarrándose con sus fuertes raíces a la tierra, supo crecer aunque le faltara lluvia para refrescarse, aunque el sol abrasara sus hojas, aunque le podaran sus ramas.



A veces leía versos y sus hojas perdían vigor, se ponían tristes porque los poemas no hablaban de él; nadie le escribía versos para sentirse fuerte, para alimentar su savia. Lo que el no sabía es que los poemas hablaban de sueños, de cosas que no fueron reales. Hoy, viejo amigo, te dedico mi prosa. Mi prosa es real, no habla de sueños, narra recuerdos, cosas que vivió bajo tu sombra, besos reales, miradas ardientes, almas entregadas, amores perennes.

Viejo amigo, no hiciste otra cosa que aguantar y seguir dando sombra en verano, desprenderte de tus hojas en otoño y de nuevo brindarnos esa mullida alfombra para que nuestro amor se sintiera seguro por si en algún momento tropezaba y se caía.



Aguantaste las heladas del invierno conformándote con un rayito de sol y esperaste cada primavera para renovarte y volver a vestirte de verde para que el siguiente verano pudieras cobijar bajo tu sombra nuestros besos, para presenciar el amor perenne.