sábado, 1 de febrero de 2014

PRESUNTAMENTE II



Donde hay subvención hay corrupción y picaresca, eso es lo que debe explicar que los negocios del carbón sean tan sucios. En torno al carbón se mueve mucho dinero y se producen operaciones difíciles de justificar. Véase Hunosa y Victorino Alonso (Don Vito), que se encuentra inmersos en un contencioso que debe determinar que ha sido del medio millón de toneladas desaparecidas que el empresario debía guardar para la hullera pública.


Las empresas eléctricas en España pagan por ley un precio por la tonelada de carbón español muy superior al del mercado. De manera que si alguien hace pasar por autóctono un mineral comprado fuera gana una gran cantidad de dinero, incluido el porte de traerlo, Ese sobreprecio es lo que se paga con las subvenciones del Estado, que abonan a la empresa la diferencia entre el coste social (el de mantener los mineros en activo) y el de marcado (al que esta el carbón en los mercados internacionales). En Hunosa, esa diferencia es enorme.





La Comocha adelantaba el dinero a Trabajos y Explotaciones para que importara el carbón por los puertos y lo llevara hasta la mina. También suministraba carbón de cielo abierto Hullas Coto Quirós. Ambas empresas falsificaban las facturas, emitiéndolas en conceptos de supuestos servicios prestados para camuflar la operación. Mina La Camocha también revendió a la Térmica carbón que había adquirido directamente como si fuera para los vales del carbón de sus trabajadores y jubilados.



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Las subvenciones a la actividad extractiva de la mina se desviaban así a la compra de carbón foráneo, cuyo precio era una quinta parte de lo que costaba extraerlo del pozo gijonés. El carbón foráneo se mezclaba con el de la propia mina, para venderlo a  la Térmica de Aboño haciéndolo pasar por producción propia.







El supuesto fraude se vio favorecido por el hecho de que la Administración no ejercía ningún control efectivo sobre la producción real de la mina gijonesa, limitándose a cruzar los datos de la producción declarada con la toneladas vendidas a la Térmica de Aboño.



"Antes lo sacábamos del tajo y ahora nos lo traen en camión". Así de contundente es la declaración de un trabajador de La Camocha. El traslado del carbón desde los puertos hasta las instalaciones mineras en camiones, a la vista de sus trabajadores y de los vecinos, dio pie al inicio de aquella investigación de oficio de la Benemérita y la Fiscalía Anticorrupción.


Otro empresario minero que había tenido importantes conflictos con Fernando García Brugos, máximo accionista de Mina La Camocha, también había encargado a una agencia de detectives privados que vigilara los movimientos de su adversario. el resultado de aquella investigación privada fue que solo en 1999 acabaron en el lavadero de Mina La Camocha 90.000 toneladas de hulla importadas por El Musel y Aviles.


La Fiscalía Anticorrupción citó a declarar a un empresario minero asturiano, que no dijo saber nada del asunto. Se da la circunstancia de que el citado empresario también había tenido que responder ante los jueces por fraudes cometidos en sus propias explotaciones.




"Durante muchos, muchos años, cualquiera que pasaba por la antigua carretera de Siero, veía decenas de camiones, a todas horas, que se dirigían a la Mina La Camocha, llevaban la carga tapada con un toldo, lo que no impedía que durante el tiempo que ibas en coche detrás obsevabas que se iba cayendo carbón. Lo curioso era que los camiones iban a la mina cargados y volvían vacíos, cuando la lógica de la producción debía ser al revés. En los últimos tramos ya del camino a la mina en los arcenes se acumulaban cantidades ingentes de carbón. Esto no es ninguna fantasía. Es el reflejo de una época gloriosa de trampas y despilfarro". Estas palabras corresponden a un comentario anónimo en una de las noticias de prensa sobre el caso.


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